¿Tienes la piel sensible y no sabes cómo tratarla cuando llega el frío? ¿Quieres descubrir cómo te pueden ayudar los minerales y las vitaminas en la piel? Te ofrecemos una guía básica de cuidados para lucir un cutis bonito y saludable este invierno.
Qué es la piel sensible y qué factores causan esta sensibilidad
Muchas personas creen que la piel sensible es un tipo de dermis. No obstante, en realidad se trata de una afección, ya que la barrera cutánea ha sufrido un daño. Esta alteración provoca la pérdida de hidratación y también un mayor impacto de cualquier agente irritante externo. En este caso, la piel delicada se manifiesta con diferentes síntomas:
- Rojeces.
- Tirantez o hinchazón.
- Prurito (picor).
- Descamación.
Es muy importante cuidar esta sensibilidad cutánea para evitar molestias y prevenir un empeoramiento. Si la afección se agrava, podría derivar en una dermatitis alérgica.
Hay dos tipos de factores que aumentan el riesgo de tener una piel sensible:
- Internos: Predisposición genética, en especial personas de piel blanca y fina, patologías de la piel y alteraciones del sistema nervioso (estrés, ansiedad, depresión…).
- Externos: Cosméticos irritantes, productos y tratamientos demasiado agresivos para la piel, factores climáticos, alimentación poco equilibrada y bebidas alcohólicas.
¿Cómo cuidar de la piel sensible en invierno?
La piel delicada requieren unos cuidados específicos y una ayuda extra a modo de protección. Por lo tanto, resulta fundamental que sepas cómo tratarla y nutrirla desde el interior. En este sentido, te detallamos también las propiedades de los minerales y las vitaminas, ya que estos elementos son muy efectivos para la salud de la piel.
1. Limpieza suave
Cualquier tipo de piel necesita una rutina de limpieza para eliminar la suciedad y prevenir las impurezas. Sin embargo, cuando la piel es delicada, este proceso tiene que ser suave para no perjudicarla más.
Para ello, has de buscar limpiadores específicos para pieles sensibles. Estos se diferencian del resto porque no contienen sustancias agresivas para la dermis y respetan su pH natural, que se sitúa entre 4,7 y 5,75. Suelen ser productos libres de perfumes, alérgenos o sulfatos.
2. Hidratación
La hidratación es básica para las pieles sensibles, sobre todo en invierno. De hecho, es posible que necesites aplicarte un hidratante dos o tres veces al día en los meses más fríos del año.
Una crema hidratante, que contenga aceites para mantener la humectación durante más tiempo, es la clave para prevenir la descamación y la tirantez. Si buscas lociones específicas, las más recomendables son las que cuenten con propiedades antiinflamatorias y calmantes.
Si te vas a exponer al sol, elige una crema hidratante con protección para rayos UV. De este modo, evitarás también la aparición de pecas y manchas, tan frecuentes en las pieles más blancas.
3. Complementos alimenticios para la piel
No olvides que la piel se nutre desde el interior, algo imprescindible para combatir el estrés oxidativo que producen los radicales libres. Esta oxidación celular, si no se previene, puede conllevar un envejecimiento prematuro de la piel y del organismo en general, en especial en las pieles más secas y delicadas.
Los complementos alimenticios para la piel aportan los beneficios de los nutrientes que necesita la dermis para estar saludable. Las investigaciones han avanzado mucho en las últimas décadas para ofrecer nutricosméticos adaptados a cada necesidad específica.
En GliSODin incluimos en nuestros productos la enzima superóxido dismutada (SOD), que ha demostrado neutralizar con éxito el radical superóxido (radical libre). Además, combinan este componente con las propiedades del selenio y el zinc, así como con poderosos antioxidantes como la vitamina D, el aceite de krill o el extracto de cacao.
4. Protección ante el frío
Aparte de esta rutina para la piel, puedes mejorar tu cutis si evitas los factores que más lo dañan durante el invierno:
- Protégete bien en los días más fríos no solamente de las bajas temperaturas, sino también del viento y del sol en exceso. Utiliza gorros, bufandas o pañuelos según el clima.
- Cuando llega el frío, los espacios cerrados suelen estar a altas temperaturas, lo que favorece los ambientes resecos. Nosotros te recomendamos que evites las temperaturas demasiado altas y que emplees un humidificador.
- Por último, no olvides beber suficiente agua a lo largo del día, en ayunas y entre comidas, para proporcionar a tu piel la hidratación desde el interior.
Ahora ya tienes una guía para cuidar tu piel en los días fríos. Elabora tu propia rutina de cuidados y nútrete desde el interior con minerales y vitaminas en la piel. En GliSODin, líderes en investigación clínica de nutricosméticos, contamos con productos de la máxima calidad.